Marina Raluy, la nieta del hombre bala
Una mañana de febrero de 1911, el cielo barcelonés vio nacer a Luis Raluy Iglesias, que desde muy joven ya mostraba una gran pasión por las artes circenses. Junto con otros compañeros, Luis era un habitual de las playas de la Barceloneta, donde ensayaba números de acrobacia y barras fijas. Casualmente, allí conoció al barrista Juanito Siles, que andaba en busca de un tercer elemento para recomponer la lógica matemática de su trío de tres. De ese modo, Luis Raluy pasó a formar parte de los célebres números de barras de los Oliveras o de los Keistone ―entre otros―, paseándose así por... Leer m�s
Marina Raluy, la nieta del hombre bala
Una mañana de febrero de 1911, el cielo barcelonés vio nacer a Luis Raluy Iglesias, que desde muy joven ya mostraba una gran pasión por las artes circenses. Junto con otros compañeros, Luis era un habitual de las playas de la Barceloneta, donde ensayaba números de acrobacia y barras fijas. Casualmente, allí conoció al barrista Juanito Siles, que andaba en busca de un tercer elemento para recomponer la lógica matemática de su trío de tres. De ese modo, Luis Raluy pasó a formar parte de los célebres números de barras de los Oliveras o de los Keistone ―entre otros―, paseándose así por... Leer m�s
Marina Raluy, la nieta del hombre bala
Una mañana de febrero de 1911, el cielo barcelonés vio nacer a Luis Raluy Iglesias, que desde muy joven ya mostraba una gran pasión por las artes circenses. Junto con otros compañeros, Luis era un habitual de las playas de la Barceloneta, donde ensayaba números de acrobacia y barras fijas. Casualmente, allí conoció al barrista Juanito Siles, que andaba en busca de un tercer elemento para recomponer la lógica matemática de su trío de tres. De ese modo, Luis Raluy pasó a formar parte de los célebres números de barras de los Oliveras o de los Keistone ―entre otros―, paseándose así por... Leer m�s
Marina Raluy, la nieta del hombre bala
Una mañana de febrero de 1911, el cielo barcelonés vio nacer a Luis Raluy Iglesias, que desde muy joven ya mostraba una gran pasión por las artes circenses. Junto con otros compañeros, Luis era un habitual de las playas de la Barceloneta, donde ensayaba números de acrobacia y barras fijas. Casualmente, allí conoció al barrista Juanito Siles, que andaba en busca de un tercer elemento para recomponer la lógica matemática de su trío de tres. De ese modo, Luis Raluy pasó a formar parte de los célebres números de barras de los Oliveras o de los Keistone ―entre otros―, paseándose así por... Leer m�s
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Una mañana de febrero de 1911, el cielo barcelonés vio nacer a Luis Raluy Iglesias, que desde muy joven ya mostraba una gran pasión por las artes circenses. Junto con otros compañeros, Luis era un habitual de las playas de la Barceloneta, donde ensayaba números de acrobacia y barras fijas. Casualmente, allí conoció al barrista Juanito Siles, que andaba en busca de un tercer elemento para recomponer la lógica matemática de su trío de tres. De ese modo, Luis Raluy pasó a formar parte de los célebres números de barras de los Oliveras o de los Keistone ―entre otros―, paseándose así por... Leer m�s
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Una mañana de febrero de 1911, el cielo barcelonés vio nacer a Luis Raluy Iglesias, que desde muy joven ya mostraba una gran pasión por las artes circenses. Junto con otros compañeros, Luis era un habitual de las playas de la Barceloneta, donde ensayaba números de acrobacia y barras fijas. Casualmente, allí conoció al barrista Juanito Siles, que andaba en busca de un tercer elemento para recomponer la lógica matemática de su trío de tres. De ese modo, Luis Raluy pasó a formar parte de los célebres números de barras de los Oliveras o de los Keistone ―entre otros―, paseándose así por... Leer m�s
La dignificación de la palabra payaso
Publicó hace varios años el diario ABC de Madrid un chiste de Antonio Mingote, genial dibujante y miembro de la Real Academia Española de la Lengua, en el que se veía a un “clown”, dentro de un circo, llorando desconsoladamente. En primer plano aparecían dos hombres muy serios. Uno le preguntaba a otro: “¿Qué le pasa?”. Y el segundo, respondía: “Es que le han llamado político...” Leer m�s
La dignificación de la palabra payaso
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